El término democracia en un Estado Constitucional de derecho va más allá de la definición aprendida en los primeros semestres de la licenciatura, que es “el poder del pueblo”; de acuerdo a la Teoria generalle della política de Norberto Bobbio, existen reglas en el juego de la democracia que son universales y que todo Estado que aspire al funcionamiento de una democracia que sea compatible y coherente la función esencial de esta, debe observar como condiciones esenciales para la construcción de un parámetro de lo que realmente debe concebirse como democracia.
Las reglas de acuerdo a la teoría de Bobbio, serían las siguientes:
Todos los ciudadanos que hayan alcanzado la mayoría de edad, sin distinción de raza, de religión, de condición económica o de sexo, deben disfrutar de los derechos políticos, es decir, que cada uno debe disfrutar del derecho a expresar la propia opinión o de elegir a quien la exprese por él;El voto de todos los ciudadanos debe tener igual peso;Todos aquellos que disfrutan de los derechos políticos deben ser libres de poder votar según la propia opinión formada lo más libremente que sea posible, es decir, en una competencia libre entre los grupos políticos organizados en competencia entre ellos;Tienen que ser libres también en el sentido de que deben encontrarse en condiciones de elegir entre soluciones diversas, es decir, entre partidos que tengan programas distintos alternativos;Tanto para las elecciones como para las decisiones colectivas debe valer la regla de la mayoría numérica, en el sentido de que se considere elegido al candidato o se considere válida la decisión que obtenga el mayor número de votos;Ninguna decisión tomada por la mayoría debe limitar los derechos de la minoría, particularmente el derecho a convertirse a su vez en mayoría en igualdad de condiciones.
Concluyo el presente afable artículo, expresando que si bien no todo está dicho o definido respecto las pretensiones legislativas actuales, será importante la participación de todos los sectores minoritarios -partidos políticos, organización civil, organismos de derechos humanos y todas aquellas instituciones que se sumen- para el desenlace de esta dramática historia, pero sin duda alguna el papel estelar lo tendrá nuestro máximo tribunal, lo cual yo vería como una gran oportunidad para legitimar sus decisiones; tal vez se lea un poco exagerado pero se podría vislumbrar un parte aguas con la decisión que pueda tomar, la cual puede “enderezar” el camino o más bien contribuir a recuperar la credibilidad y fuerza de nuestro poder judicial federal. Sin duda alguna no es tarea fácil, puesto que la balanza de los pesos y contrapesos no se encuentra equilibrada en estos momentos, por lo que se le delega una gran tarea al máximo tribunal que deberá desempeñar a cabalidad.
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